“A participatory, collaborative script travels between bleached sea and golden forest, merging mythical fragments, colonial memories, and migration realities”
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Jurado del Tiger Awards Competition Short Films, Rotterdam 2016
“La quietud de un bosque en espera recoge la tradición oral de quien lo transita: fantasías que desvelan las esperanzas puestas en un futuro incierto, soñado”
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Cristina Aparicio. Caimán Cuadernos de Cine
“By making the refugees not characters, but co-creators of the film, it becomes obvious that ultimately, the greatest form of revolt is collaboration”
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Diana Mereoiu
Cerca de la costa, en la frontera con el Norte de África, un grupo de hombres espera el momento de continuar su viaje a Europa a través del mar. Aquí, en este lugar de espera, chocan con la idea de realizar una película. En el bosque, los cuentos de tiempos remotos se funden con un tiempo presente estático.
Título: Tout le monde aime le bord de la mer
Título internacional: We all love the seashore
Género: Documental
Duración: 17 minutos
Formato de grabación: 3K
Formato de proyección: DCP 2K
País de producción: España
Lengua original: Francés · Pulaar
Subtítulos: Inglés · Castellano · Francés
Localizaciónes: Ceuta · Estrecho de Gibraltar · Norte de África
Producción: El Viaje Films
Año de producción: 2015
Fecha de estreno: 30 Enero 2016 (International Film Festival Rotterdam)
Color: Color
Sonido: Dolby 5.1
Proyecto apoyado por: European Commission within the 7th Framework Program – EUBORDERSCAPES, FP7-SSH-2011-1-290775 y Universitat Autònoma de Barcelona (UAB, Department of Geography).
Dirección: Keina Espiñeira
Guión: Keina Espiñeira y Samuel M. Delgado
Producción: Lourdes Pérez
Director de Fotografía: José A. Alayón
Edición: Samuel M. Delgado
Sonido: Raúl Espiñeira
Asistente de dirección: Mireia García
Colorista: Ignacio Fernández
Enero – Diciembre 2016
Enero – Noviembre 2017
En este trabajo estaba interesada en retratar un territorio donde ciertas trayectorias quedan suspendidas en el espacio-tiempo. Los protagonistas son viajeros que se dirigen a Europa desde África, cuando llegan a este lugar entran en una espera incierta hasta cruzar el mar. En la película se explora este limbo a través de paisajes nómadas como son el bosque y el mar. Durante el rodaje descubrimos que cada uno de estos paisajes propiciaba un tono narrativo diferente. Había una intuición de que esto podría funcionar, de que el bosque era lugar para contar mitos y el mar para jugar con un registro más de lo real. Pienso que estos cruces de tiempos pasado-presente marcados por el paisaje, abren un imaginario sugerente para retratar las fronteras contemporáneas.
Keina Espiñeira